Clima

El cambio climático es tema en la Cumbre de las Américas

Presidentes preocupados por las consecuencias del clima

El gran tema de la VII Cumbre de las Américas fue el encuentro entre los presidentes de los Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, después de casi 60 años de ruptura de sus relaciones diplomáticas. Sin embargo, otro tema que concretó las discusiones de los líderes de los países miembros del continente americano fue el cambio climático. Varios de los 35 jefes de Estado presentes en el encuentro, realizado en la Ciudad de Panamá en los días 10 y 11 de abril, insistieron en referirse al tema en sus discursos durante el plenario.

No casualmente, la apertura de la Cumbre de las Américas fue realizada por el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon, quien recordó que los países del Caribe “se encuentran entre los más vulnerables a los efectos de los cambios climáticos y vienen desempeñando un papel fundamental en la colocación del tema en la agenda global”.

Ban Ki-Moon no sólo se refirió a la fragilidad de las islas caribeñas en relación a los desastres naturales, sino también al hecho que son países pobres  – al igual que los demás países latinoamericanos – y que ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático, según muestra el último estudio presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

El presidente del Perú, Ollanta Humala, afirmó que “mientras los países del primer mundo están debatiendo sobre cuál será el monto de su contribución para el Fondo Verde, países como Chile y Perú ya están pagando el precio del cambio climático”. Chile enfrenta inundaciones en la región del desierto de Atacama, al norte del país, una región árida donde la lluvia es bastante poco frecuente. En Perú, la lluvia no da tregua. Los ríos se están desbordando, las rutas se encuentran interrumpidas y las plantaciones se perdieron.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, también se refirió a la necesidad de los países del continente americano de tomar una posición concreta frente al cambio climático. Pidió a todos los presentes llevar “una voz unida” a la Conferencia del Clima (COP 21), a realizarse en el mes de diciembre en París, “para que el resultado de dicha cumbre sea un acuerdo jurídicamente vinculante”, con el objetivo de reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Después de la fuerte sequía que afectó a la región más rica de Brasil, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, insistió en hablar sobre el cambio climático en la VII Cumbre de las Américas. No solamente se refirió al tema en su discurso, sino también lo hizo durante la reunión bilateral que mantuvo con el presidente Obama. “Brasil viene enfrentando sequías en regiones como la del Sudeste, que jamás las habían padecido y Estados Unidos ha atravesado uno de los peores inviernos su historia. Por lo tanto, el cambio climático no sólo es una cuestión bilateral, sino que es un tema de interés para todos los países”, afirmó.

Obama se reunió con Dilma para conversar sobre la agenda del viaje de la presidenta brasileña a Washington, que se realizará el próximo 30 de junio. Ambos primeros mandatarios deberían haberse encontrado en octubre de 2013. Sin embargo, al revelarse en agosto de aquel año que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA en su sigla en inglés) de Estados Unidos estaba realizando espionaje de las comunicaciones de la empresa petrolera Petrobras y de la misma Dilma Rousseff hizo que la presidenta cancelara el viaje.

Para el Itamaraty, el reacercamiento de Brasil con los Estados Unidos se produce en un contexto en el cual la demanda norteamericana está creciendo y Brasil necesita exportar más. Además de incrementar el comercio bilateral, Brasil está interesado en atraer nuevas inversiones y en cooperar en las áreas de educación, seguridad, defensa y aeronáutica, y especialmente en políticas de desarrollo de energía limpia, como la solar, que es poco utilizada en Brasil porque la tecnología demanda altos costos.

Pero no todo fue motivo de concordia durante la VII Cumbre de las Américas. Venezuela llegó a la cumbre para exigir la suspensión del decreto de Obama por el cual se declara al país una “amenaza para la seguridad nacional” norteamericana y que provocó malestar en la región. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no logró lo que quería pero mantuvo una reunión con Obama, cuyo tono, según él, fue “franco y cordial”, abriendo la posibilidad de mantener un diálogo para mejorar las relaciones entre ambos países.

Según Rousseff, los países de la Unasur (la unión de 10 países sudamericanos) están empeñados en promover el diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela porque “una ruptura puede ser muy sangrienta y eso no le interesa a nadie”.

Además, la crisis político-económica venezolana, marcada por el desabastecimiento, la recesión y una inflación alta, no sólo preocupa a los países de la región. Dueña de las reservas de petróleo más importantes del mundo, Venezuela no solamente no podrá seguir ayudando a sus vecinos más necesitados (como los caribeños) ya que se encuentra cada vez más endeudada. China le prestó US$ 45.000 millones.

“No hay indicios que prueben que Venezuela le dejará de pagar a China. A pesar de que Venezuela se encuentra en problemas, el gobierno chino debería seguir apoyando a un país grande y responsable” declaró Hongying Wu, director del Instituto de América Latina y del Instituto de Relaciones Contemporáneas Internacionales de China. “Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo y una vez que el precio del petróleo vuelva a subir su capacidad de pago mejorará”.

Cada uno de los 35 participantes de la VII Cumbre de las Américas tenía derecho a dar un discurso de ocho minutos de duración. Pero cuando le llegó su turno, el presidente de Cuba, Raúl Castro, avisó que después de haber esperado 20 años para llegar a ese momento merecía una compensación.

“Como me deben seis cumbres de las cuales fui excluido, y como seis por ocho da cuarenta y ocho, pido permiso para extenderme unos minutitos más”, bromeó. Terminó hablando durante 49 minutos, muchos de los cuales dedicó a repasar medio siglo de enfrentamientos entre Estados Unidos y Cuba.

Tamaño antagonismo parece haber desaparecido cuando Castro y el Obama se sentaron en la misma mesa y, ante la mirada de los líderes regionales y de la prensa mundial, hablaron sobre la mutua decisión de dejar de lado los resentimientos del pasado y normalizar las relaciones entre ambos países.

“Ese cambio radical en la política norteamericana representa un divisor de aguas para toda la región”, dijo Obama, al recordar que ésta era “la primera vez en más de medio siglo que todas las naciones de las Américas se reúnen para enfrentar el futuro juntas”.

Tanto Castro como Obama admitieron que todavía falta dar algunos pasos para normalizar totalmente las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Obama anunció que ya había recomendado retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan al terrorismo, que debe entrar en vigencia en 45 días, siempre y cuando dos tercios del Congreso no se unan para derribar la propuesta. La principal reivindicación reclamada por los cubanos es la suspensión del bloqueo, que los republicanos quieren mantener, y la entrega de la base naval de Guantánamo.

Lo principal es que ambos presidentes coincidieron en afirmar  que es posible – y seguramente así será – que existan discrepancias sobre muchos temas, pero no significará un impedimento para trabajar juntos en metas comunes o para superar las diferencias.