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China y América Latina están fallando en la protección del medio ambiente

La explotación de materias primas es endémica a la degradación medioambiental

Durante el boom de las materias primas latinoamericanas impulsado por China, se hizo la vista gorda a los errores inherentes en la política económica de la región. Ahora que el boom está decayendo, esos defectos nuevamente saltan a la vista. Entre los primeros puestos en esa lista se encuentra la falta de mitigación por los gobiernos latinoamericanos – y los inversores chinos – de los impactos sociales y medioambientales que genera el crecimiento impulsado por las materias primas.

Un nuevo estudio, China in Latin America: Lessons for South-South Cooperation and Sustainable Development (China en América Latina: lecciones para la cooperación Sur-Sur y el desarrollo sostenible), documenta los impactos sociales y medioambientales del boom de las materias primas en la región impulsado por China. La explotación de materias primas como el petróleo, el cobre, el hierro, la mena, la soja y otras similares es endémica a la degradación medioambiental. El reciente boom chino aumentó la presión sobre las vías navegables, los bosques y otras áreas de la región, que acentuaron las amenazas para la salud humana, la biodiversidad, el cambio climático global y el sustento de las comunidades locales.

Según el informe, las exportaciones de América Latina a China –el destino con más rápido crecimiento durante la última década– fueron casi el doble de intensivas en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y tres veces más intensivas que la actividad económica en general de la región.

Con respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero, los números van más allá de las emisiones de las centrales eléctricas. De hecho, la mayoría de las emisiones relacionadas con China son cambios en el uso del suelo, como ocurre en Brasil por la deforestación de bosques y sabanas para exportar soja.

En Argentina, las exportaciones a China no son responsables de la deforestación, pero son el doble de intensivas en el uso del agua que las exportaciones argentinas al resto del mundo, algo que acentúa conflictos de larga data sobre la escasez del agua y los derechos relacionados en ese país.

Las exportaciones no solo degradaron aún más el medioambiente latinoamericano, con la bonanza de la región, empresas chinas y de todo el mundo llegaron para aprovechar los beneficios extraordinarios. Las empresas chinas –relativamente menos experimentadas en el extranjero que sus contrapartes– se vieron especialmente en problemas frente a los sindicatos, las comunidades locales, los grupos indígenas y las redes mundiales de la sociedad civil.

En Perú, una empresa minera de hierro aprendió por las malas que llevar a sus propios trabajadores y suprimir a los sindicatos locales puede generar más problemas de los que soluciona.

En Colombia, las petroleras chinas han tenido dificultades para cumplir la normativa ambiental local, especialmente porque la sociedad civil ha presionado a los inversores chinos a cumplir la ley colombiana.

Por otra parte, el estudio halló algunos casos en que las empresas chinas cumplen o superan los estándares internos y muestran un desempeño mejor al de sus contrapartes occidentales.

En Ecuador, las petroleras chinas han tenido mejores relaciones con las comunidades locales y menos infracciones por cuestiones ambientales que las verificadas en los casos más atroces e infames atribuidos en esa misma región a Chevron-Texaco.

Las empresas chinas en Perú fueron las primeras empresas chinas en abrazar los principios de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas. Esto abre los registros de esas empresas tanto a los gobiernos como a civiles, para que puedan responsabilizarlas en mayor medida por sus acciones.

En términos generales, sin embargo, tanto los gobiernos latinoamericanos como las empresas chinas no han mitigado los impactos negativos del comercio y la inversión durante la reciente bonanza.

Lo que es aún peor: a medida que la región ha comenzado experimentar una desaceleración económica, se evidencia una presión para reducir las salvaguardas sociales y medioambientales, y acelerar nuevos proyectos de inversión para compensar los déficits.

En Perú, las autoridades gubernamentales han dejado de hecho de exigir las consultas con las comunidades indígenas para todos los nuevos proyectos de minería, y redujeron el tiempo asignado a las evaluaciones de impacto ambiental y social.

En Brasil, los infames «ruralistas» (que representan poderosos intereses agrícolas) hicieron retroceder significativamente los esfuerzos recientes en ese país para limitar la deforestación.

Bolivia casi promulgó una ley de minería que hubiera eliminado la autoridad de su Ministerio de Medio Ambiente para participar en la aprobación de nuevos proyectos mineros, pero las organizaciones de la sociedad civil resistieron exitosamente ese esfuerzo.

Es imperativo que los gobiernos latinoamericanos implementen las políticas necesarias para garantizar que la actividad económica en los sectores de los recursos naturales se gestione de manera ambientalmente responsable y socialmente inclusiva.

Tal vez más importante, como lo revela el caso boliviano, sea la necesidad de permitir que la sociedad civil controle tanto a los gobiernos como a las empresas extranjeras.

Las empresas chinas también deben mejorar su sensibilidad ante las preocupaciones sociales y ambientales para mantener la imagen pública positiva que han disfrutado en la región y la factibilidad de sus inversiones en el extranjero.

Sin las políticas adecuadas para que el desarrollo sostenible sea parte integral en la toma de decisiones económicas, América Latina continuará plagada de ciclos de auges y caídas que acentuarán los conflictos sociales y medioambientales y, en última instancia, son negativos para la prosperidad en el largo plazo.

Rebecca Ray y Kevin P. Gallagher son parte de la Global Economic Governance Initiative (Iniciativa para la Gobernanza Económica Mundial) en Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston. Son cocoordinadores de un informe realizado por varias universidades llamado China in Latin America: Lessons for South-South Cooperation and Sustainable Development (China en América Latina: lecciones para la cooperación Sur-Sur y el desarrollo sostenible), disponible en www.bu.edu/gegi.