Clima & Energía

China cuestionada por doble estándar climático

Uno para adentro otro para afuera

A pesar de su mayor compromiso climático fronteras adentro, China no pudo evitar los cuestionamientos en la cumbre por el cambio climático (COP21) por su doble estándar ambiental: al por un lado reducir sus emisiones domesticas con políticas verdes pero al mismo tiempo aumentarlas por la amplia gama de proyectos productivos en América Latina.

La actitud del gobierno chino hacia el cambio climático parece casi irreconocible en comparación con la cumbre del clima de 2009 en Copenhague. China emergió como un líder y uno de los principales países en empujar por el acuerdo climático global firmado el último sábado. Sin embargo, el giro coincide con la expansión de proyectos mineros, petroleros y de transporte de empresas chinas en América Latina.

“China tiene una huella de carbono creciente en la región y en todo el mundo. Si realmente le quiere hacer frente al cambio climático, sus inversiones lo tienen que reflejar. Tiene que tener un enfoque coherente”, sostuvo a Diálogo Chino Mariana Panuncio, directora de Cambio Climático para América Latina de WWF. “Pero los acuerdos son de dos partes. América Latina también está aceptando lo que China le propone.”

Como muestra del compromiso de China para llegar a un acuerdo por el clima, el presidente Xi Xinping asistió a la apertura de la cumbre, la primera vez que el país envía a un jefe de estado y no a un primer ministro. Al mismo tiempo, no estuvo presente en las declaraciones de Xi y de sus delegados el argumento del supuesto derecho de China de poder desarrollarse usando tecnologías contaminantes tal como lo hicieron Estados Unidos y la Unión Europea.

El 13º Plan Quinquenal (2016-2020) de China justamente apunta en esa dirección, dejando en claro que el país buscará un desarrollo bajo en carbono en los próximos años. Entre 2005 y 2014 China redujo su consumo de energía por unidad de Producto Bruto Interno (PIB) en casi un 30% y sus emisiones de dióxido de carbono un tercio. Al mismo tiempo, Xi anunció junto al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la promesa de alcanzar su punto máximo de emisiones en 2030.

La promesa creó un manto de optimismo en la COP, con muchos países afirmando que “si China puede hacerlo, yo también”. Pero ese optimismo está basado en falsos argumentos, afirmaron organizaciones ambientales, al China estar llevando adelante grandes proyectos en América Latina con empresas estatales y privadas, cuestionados por su impacto ambiental y altas emisiones.

El enviado especial de China en Cambio Climático, Gao Feng, vivió un momento incomodo en la cumbre al ser consultado por Diálogo Chino sobre la verdadera postura ambiental de China, lo hecho a nivel doméstico o el diferente escenario a nivel internacional. Gao quiso evitar responder al pasarle el micrófono a un delegado de Sudáfrica pero finalmente brindó una definición poco precisa.

“Escuché esos comentarios en la cumbre, no son positivos. Si realizas un proyecto en cualquier parte del mundo, va a generar emisiones y causar contaminación. Es imposible que tenga cero emisiones. Queremos hacer progresos en esa área y es por eso que estamos trabajando en la cooperación sur-sur. Queremos impulsar más proyectos verdes en América Latina”, afirmó Gao en una conferencia de prensa.

Efectivamente, China afirmó en la cumbre que no contribuirá al Fondo Climático Verde para centrar sus esfuerzos en el Fondo de Cooperación Sur-Sur, una iniciativa para ayudar a países en vías de desarrollo a reducir sus emisiones. El gigante asiático prevé destinar tres mil millones de dólares al fondo, que se verá complementado con otras iniciativas de cooperación el próximo año.

¿Pero es eso suficiente? No parece serlo para organizaciones ambientales internacionales, las cuales cuestionaron duramente los proyectos de empresas chinas en la región durante el desarrollo de la cumbre climática. Incluso organizaron un Tribunal Ambiental de los Derechos de la Naturaleza en paralelo a la cumbre, en el cual dichos proyectos estuvieron entre los más cuestionados por los miembros del jurado.

Un giro ambiental

De acuerdo a la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas, China fue clasificada como un país en vías de desarrollo, consecuentemente no estando obligado a informar a la ONU sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero con la misma regularidad requerida a otras naciones industrializadas como Estados Unidos y la Unión Europea.

China, el mayor emisor de carbono del mundo, por ejemplo solo produjo dos comunicaciones nacionales de cambio climático para las ONU desde 1992, detallando sus emisiones y que planea hacer con ellas. El último informe es de 2012 pero tiene datos de emisiones que corresponden a 2005.

China representa 27 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que su postura climática más comprometida constituye un elemento importante para el acuerdo que se firmará en Paris. Es ya el país que más invierte en energía renovable. Pero su falta de datos de emisiones ha sido cuestionada por los países desarrollados, que le reclaman más y mejores datos sobre sus emisiones.

El rol de China en América Latina y su influencia ha crecido fuertemente en la última década, principalmente a partir de la importación de commodities y la exportación de bienes manufacturados. Dicha influencia vino acompañada por alianzas estratégicas con muchos países de la región y por proyectos de infraestructura y energía a gran escala, muchos cuestionados por organizaciones ambientales.

De acuerdo a estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), todos los años un promedio de 10 mil millones de dólares llegan a América Latina desde China en forma de inversión directa. Pero la misma está vinculada principalmente a proyectos para explotar recursos minerales de la región, especialmente en los sectores de petróleo, gas y minería en Brasil, Venezuela, Perú y Chile.