Clima

América Latina busca tener un papel decisivo en la COP de París

Sin embargo, no logra una posición unificada para el encuentro

“Los países de América Latina vienen manteniendo un papel activo en las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el cambio de clima y algunos,  están dando pasos importantes para reducir las emisiones”. La afirmación corresponde a Guy Edwards, analista de la Brown University (EUA) y uno de los cuatro autores del estudio Un nuevo acuerdo global puede incentivar la acción climática en América Latina (traducción libre) en el cual se analizan  los temas que serían presentados por el subcontinente en la Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas (COP21), en París, en los primeros días de diciembre.

Perú, país sede de la última COP, defiende la posición que afirma que la región matiene un papel único en las negociaciones. “Nuestra región es diversa, con países y ecosistemas particularmente vulnerables a los cambios climáticos. Al mismo tiempo, muchas economías están avanzando. Todavía tenemos muchos desafíos, pero también somos capaces de actuar y ya es hora de hacerlo. Partiendo de esta posición, podemos tener una voz fuerte en las negociaciones y a favor de la creación de un acuerdo para apoyar a los países en desarrollo en la implementación de acciones más  ambiciosas”, sostiene María Cristina Villanueva, miembro del equipo de negociaciones sobre el cambio climático del gobierno peruano.

Mónica Echechoyen, del gobierno de México, resalta el “rol particular” asumido por los latinoamericanos hace algunos años. “Estamos cambiando nuestros paradigmas de desarrollo. Venimos demostrando en estas conferencias que no estamos creciendo con los mismos estándares de antes, que contaminan mucho, sino que estamos observando criterios de sostenibilidad. Esto sucede porque cada día enfrentamos una mayor vulnerabilidad ante  los cambios climáticos.”

El gobierno brasileño está trabajando para presentar un documento “más justo y realista para el país”, afirma Adriano Santiago Oliveira, director del Departamento de Cambios Climáticos del Ministerio Brasileño del Medio Ambiente. “Estamos llegando a París con resultados muy importantes para presentar. Si tomamos los últimos 10 años, hemos logrado una reducción muy fuerte en el área de deforestación, de aproximadamente un 41%.”

Cada uno con sus metas

Entre los países de América Latina, México intenta destacarse como un modelo a seguir para sus vecinos. El país fue el primero del subcontinente que presentó, en el mes de marzo, su Plan Nacional de Reducción de Emisiones o Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional, (iNDC, en su sigla en inglés). Esa lista de serias metas forma parte de una  tarea interna que antecede a la conferencia de París. Todos los países deben enviar sus propuestas a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) antes del 1ro de octubre.

“Nuestra contribución es realista y ambiciosa. Refleja el esfuerzo a nivel nacional que nuestro país se ha comprometido a lograr. En el documento también hacemos notar que necesitamos el  apoyo internacional para alcanzar algunas metas”, afirma Echegoyen. Según el documento iNDC, el país comprometió a disminuir el 50% de sus emisiones antes del 2050, en relación a lo emitido en el año 2000.

Perú, que todavía no ha presentado su iNDC, es cauteloso. “Sabemos que el primer grupo de iNDC no será lo suficientemente ambicioso para cumplir la meta de limitar el aumento de la temperatura a menos de 2° C.  No obstante, si el acuerdo incluye una serie de elementos fundamentales, será una herramienta eficaz  para desbloquear la situación actual,definida por  países que están actuando de acuerdo a la gravedad del problema”, opina Villanueva.

“La Convención del Clima, afirma Oliveira, también es una convención sobre desarrollo. Al fin y al cabo, estamos hablando de competitividad, seguridad alimentaria y energética, de generación de empleo, innovación tecnológica; todos temas desafiantes.”

Diversidad de voces en la región

Cerca del 25% de las tierras cultivables, el 22% de las selvas y el 31% del agua dulce del planeta están en los países latinoamericanos. La región también posee grandes reservas de petróleo. Según un relevamiento realizado por el investigador Guy Edwards, América Latina es responsable del 9,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

A pesar de compartir muchos recursos naturales e intereses, los gobiernos latinoamericanos están alineados en bloques diferentes, dificultando la realización de una acción conjunta en la COP. Por ejemplo, la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), reúne seis países que comparten una misma visión y creen en un acuerdo vinculante, entre los cuales se encuentran Chile, Perú y Costa Rica.

Países como Bolivia, Venezuela y Cuba negocian formando parte de la Acción Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). A su vez, la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en 2010, reúne a los 33 países de América del Sur, América Central y Caribe, pero todavía no posee el mismo poder de fuego y concisión de un bloque organizado como la Unión Europea.

Brasil, el país más grande de la región, participa más activamente del BASIC, un grupo conformado también por Sudáfrica, India y China, todas naciones emergentes con un nivel de desarrollo prácticamente similar. “En la negociación sobre clima, sucede que que los países latinoamericanos se organizan en bloques diferentes que dialogan entre sí, pero a su vez  están diferenciados. Es un desafío y sería importante lograr un fuerte alineamiento”, pondera el representante brasileño del Ministerio del Medio Ambiente.

“Los países de la región son naciones en desarrollo. Si existiese un acuerdo latinoamericano sería muy fuerte y actuaria com un modelo para convencer a los otros países en desarrollo a unirse a una estrategia conjunta”, cree Carlos Nobre.

La expectativa en relación a un pacto global

“Soy optimista”, revela el representante brasileño, quien considera que en París se lanzará un sistema basado en reglas que limiten las emisiones de gases similar al Protocolo de Kyoto de 1997. “Posiblemente algunas cuestiones queden para una posterior reglamentación, en años futuros, lo que indica que este camino es ambicioso”.

Por su parte, Carlos Nobre, prestigioso investigador en estudios del cambio climático de América Latina, ve poco probable que la próxima COP entre en la historia como un acuerdo abarcador, de gran adhesión y global. “Me parece difícil que se dé un quiebre de paradigma, que todos los países firmen un acuerdo ambicioso que haga que las emisiones se reduzcan a partir del 2020”, analiza.

Según el investigador, la reducción de las emisiones debería hacerse muy rápidamente para asegurar que el aumento de la temperatura se estrablezca en 2 grados y pocos países estarían dispuestos a hacerlo de forma obligatoria. “Sí creo que podría haber una serie de compromisos asumidos por algunos países de cortar sus emisiones, pero que tales compromisos serán no vinculantes, cada uno quedará dentro de su capacidad, de sus recursos y  de sus metas nacionales”.

Para José Marengo, investigador perteneciente al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), las evidencias científicas muestran claramente cuál es la gravedad del cambio climático. “Éstas muestran cuáles son los impactos y prueban que nadie está jugando. A menudo, los debates sobre metas se basan en personas que opinan que las evidencias científicas no son fuertes, y que todavía no hay certezas ya que el porcentaje de incertidumbres es muy alto. Pero actualmente la certeza es mucho mayor. Si alguien presenta ese argumento, sencillamente no quiere ver lo que todo el mundo está viendo.”

Paulo Nobre, coordinador de la Red Brasileña de Investigación sobre el Cambio Climático Global, opina que la educación también debe entrar en la agenda de la COP. “Debemos garantizar que las próximas generaciones también tengan nuevas oportunidades. Por un lado, decimos que no se debe deforestar, y eso es real. Debemos preservar la biodiversidad. Al mismo tiempo, es necesario  preparar a las poblaciones para que tengan la oportunidad de hacer que su vida sea sostenible.” Esa medida, agrega, “contribuiría al futuro de todos los países de América Latina”.